19. ¿POR QUÉ LA TAUROMAQUIA ES ARTE Y CULTURA?



“A lo largo de mi vida he gozado de las mejores expresiones del arte, en música, danza, ópera y teatro, pero nada es comparable al ritual taurino. (…)Los toros son el último ARTE en mayúsculas que pervive en nuestra sociedad. (…)No existe en el mundo occidental ninguna ceremonia –como la taurina- capaz de conmover y elevar con semejante fuerza al ser humano”.

Albert Boadella. Intelectual, dramaturgo y actor catalán.















Cientos de intelectuales, profesores, catedráticos, académicos, literatos, premios nobeles y artistas de todo género han resaltado a lo largo de la historia la dimensión cultural y artística de la tauromaquia. Y lo han hecho, además, desde un profundo conocimiento del fenómeno taurino. No vamos exponer de nuevo la inmensa nómina de intelectuales y artistas que han sido aficionados a los toros (ver apartado 2). Pero es evidente que, a partir de ahí, causa vergüenza ajena la actitud de aquellos que pretenden negar esta condición de cultura y de arte desde su total desconocimiento sobre el tema. Tampoco vamos a incidir en el esperpento de los lemas antitaurinos al uso, ni en los errores de unos planteamientos animalistas que ya han sido tratados en los apartados anteriores. El hecho es que, por más que muchas personas no lo acepten, no lo comprendan, no lo compartan, lo desconozcan o lo denigren, la tauromaquia es sin lugar a duda ARTE y CULTURA. Su dimensión cultural y artística es incuestionable. Ha sido reconocida universalmente. Ahora bien, para comprender por qué, primero habría que conocer en profundidad qué es la tauromaquia. Cuál es su verdadera esencia y cuál es la auténtica realidad del hecho taurino, lo cual rebasa las pretensiones de este blog. No es algo que pueda comprenderse en un día. Ni en una semana. Pero, una vez desmontado el complejo entramado del pensamiento animalista-antitaurino, podemos intentar introducirnos sucintamente en estas cuestiones.  

El diccionario de la RAE define “cultura” como “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” El término “arte” viene conceptuado como: “Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. En ambas definiciones la tauromaquia se integra perfectamente. Es más, la tauromaquia encaja a la perfección en cualquier definición que sobre los términos “cultura” o “arte” pueda encontrarse en diccionarios o enciclopedias, o que haya sido enunciada por los eruditos de la estética y de la filosofía del arte. Como simple muestra, Menéndez Pelayo, historiador y crítico de la estética y literatura española, encuadró a la tauromaquia dentro de las artes secundarias, en su obra Historia de las ideas estéticas en España. Citando sus propias palabras:

Son artes secundarias todos aquellos ejercicios y obras humanas que, sin proponerse un fin de utilidad práctica inmediata y participando por esto del carácter desinteresado de las obras estéticas, tienden a hacer resaltar, por medio del libre juego de nuestras facultades físicas o morales, cualidades de fuerza, de agilidad o de gracia, análogos a la belleza, cuando no la belleza misma de la figura humana. A este género pertenecen (…) La tauromaquia, que en realidad es una terrible y colosal pantomima de feroz y trágica belleza, en la cual se dan reunidos y perfeccionados los elementos estéticos de la equitación y de la esgrima, así como la ópera produce juntos los efectos de la música y de la poesía.

Centrándonos específicamente en su valor cultural, la tauromaquia ha formado parte durante siglos de los modos de vida y costumbres de nuestro país, hasta el punto de llegar a considerarse el espectáculo más arraigado en el pueblo –de ahí la denominación de “Fiesta Nacional” (ver apartado 12). De hecho, es muchísimo más antigua que otros espectáculos de masas, como puedan ser el fútbol, el baloncesto, el motociclismo, etc. Ya en la Edad Media, las corridas a la usanza de la época eran un espectáculo popular, desarrollado en las plazas públicas de pueblos y ciudades. Después pasó a ser ejecutado por la nobleza, pero a comienzos del siglo XVIII su ejercicio fue recuperado por el pueblo. Durante todos estos siglos, la importancia de los festejos taurinos y de las corridas de toros fue esencial para comprender el modo de vida y las costumbres de los españoles. 
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Durante cientos de años no han podido entenderse las fiestas de los pueblos sin festejos taurinos, ya fueran populares o formales. La influencia de la tauromaquia en las costumbres y modos de vida es incuestionable. Basta conocer un poco la historia de la tauromaquia para comprender la enorme relevancia social de las corridas de toros modernas a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Esta enorme riqueza cultural ha dejado un gran poso en el propio lenguaje castellano, con cientos de palabras y expresiones que derivan del fenómeno taurino. Existen libros y estudios que desarrollan ampliamente este aspecto, lo cual no es objeto de este blog. 

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Por otra parte, la dimensión cultural y artística de la tauromaquia se refleja claramente al comprobar sus relaciones con el resto de las artes: la pintura, la música, la literatura, el teatro… El fenómeno taurino ha servido como fuente de inspiración artística en obras de artistas universales. En pinturas de Goya, Dalí, Picasso, Manet, Zuloaga… En obras musicales de compositores como Bizet, Turina, Barbieri, Carles Santos… O en obras literarias de escritores de la talla de Cervantes, García Lorca, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, Ernest Hemimwey, José Bergamín, Camilo José Cela, Gerardo Diego… Pero no se trata sólo de la utilización de la tauromaquia como inspiración en obras pictóricas, literarias o musicales de los grandes artistas de todos los tiempos. Es que además, dentro de cada una de las artes existe un campo específicamente taurino: literatura taurina, pintura taurina, música taurina, escultura taurina, cine taurino, fotografía taurina… 





La literatura taurina reúne un número aproximado de 28.000 títulos publicados, incluyendo diferentes géneros literarios: ensayo taurino, biografía taurina, poesía taurina, novela taurina, etc. Igual ocurre con la música. Es sabido que el género musical por antonomasia es el pasodoble taurino, del que se han compuesto miles de piezas. Se trata de un género que ha experimentado una gran evolución, adaptándose a diferentes innovaciones rítmicas, melódicas y armónicas; y que actualmente sigue siendo cultivado por grandes compositores españoles, directores de banda y orquesta, músicos e intérpretes profesionales, compositores amateurs… Pero también podemos hablar de la presencia de la tauromaquia en la música clásica o en géneros como el flamenco, la copla, el pop, el rock, etc. El campo de la pintura taurina resulta especialmente fructífero y atrayente; de entre los cientos de artistas especializados en cuadros, retratos o carteles taurinos suenan con nombre propio Roberto Domingo, Ruano Llopis, Juan Reus... Algo similar ocurre con la fotografía taurina. Y con la escultura taurina, donde destaca por antonomasia Mariano Benlliure, pero donde no podemos olvidar a artistas como José Puente, Sánchez Calzada o De Santiago, creadores de esculturas, monumentos, estatuas, etc. La arquitectura tiene su reflejo en la propia construcción de las plazas, algunas de las cuales son monumentos protegidos por su enorme valor arquitectónico. Por su parte, Muriel Feiner estudia en profundidad la influencia de la tauromaquia en el cine, descubriendo cientos de películas de temática taurina, así como otras en las que existe una palpable influencia de este tema. 




Del mismo modo, también existen especialidades taurinas en otras muchas ramas de la ciencia y el conocimiento. La cirugía taurina es un campo muy específico y complejo, que ha dado grandes profesionales en nuestro país y que, como ellos mismos reconocen, difiere muchísimo de la cirugía general. Igual ocurre con el ámbito del veterinario taurino, que ha de conocer en profundidad las características del genotipo y fenotipo de los diferentes encastes, sus peculiaridades anatómicas, fisiológicas, etc. El periodismo taurino también es un ámbito muy específico y complejo, por requerir del profesional una gran experiencia, capacidad de análisis y conocimientos técnicos taurinos. Igualmente, existe un campo específicamente taurino en ámbitos como la locución audiovisual, la crítica artística, la historia, la economía, la filosofía, etc. 

La tauromaquia genera a su alrededor una enorme riqueza cultural, que se diversifica en múltiples actividades: cartelería taurina, sastrería, moda taurina, gastronomía taurina, museos… La cultura taurina también está a nuestro alcance en revistas especializadas, periódicos taurinos, entrevistas, reportajes, documentales, filmaciones, emisiones televisivas y radiofónicas, grabaciones sonoras, etc. Pero además –y lo más importante- la tauromaquia constituye una cultura en sí misma, cuyo conocimiento requiere de mucho tiempo y dedicación. 



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Para hacerse una idea de la magnitud cultural y artística de la tauromaquia basta con echarle un vistazo a la enciclopedia taurina por antonomasia: El Cossío. Este impresionante tratado técnico e histórico sobre el arte de torear fue publicado por José María de Cossío en 1943, tras más de 15 años de trabajo e investigación. Posteriormente ha sido actualizado y revisado varias veces, realizándose diferentes ediciones. Esta extensa y documentada enciclopedia comprende 12 tomos que abarcan una gran multitud de aspectos referentes a la historia, los protagonistas y personajes del mundo del toro, los cosos taurinos, los reglamentos, la técnica del toreo, las ganaderías, el vocabulario, la influencia de la lidia en las artes y las letras, etc.
 
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A la hora de profundizar en el conocimiento del mundo taurino podemos introducirnos en campos totalmente diferenciados y específicos. Sólo en relación con el toro: su origen, el estudio de su procedencia ancestral, la evolución de las castas y encastes del toro de lidia moderno, las características anatómicas y de comportamiento de cada encaste, el conocimiento de las ganaderías, de las faenas camperas, de los entresijos de su manejo, cuidado y selección, el estudio de su comportamiento en la plaza, la evolución histórica de su selección y de su comportamiento, el estudio de toros destacados a lo largo de la historia de la tauromaquia y de la ganadería, sus reatas y líneas de descendencia, etc. 

En relación con el toreo: la historia de las formas ancestrales de tauromaquia, la historia de la corrida moderna, la evolución de su técnica en cada uno de los tres tercios, el conocimiento de los cientos de suertes de capa, banderillas y muleta que han llegado a desarrollarse, la evolución de los conceptos estéticos, el estudio de las circunstancias sociales, culturales y económicas en su influencia sobre el espectáculo taurino, el conocimiento de la biografía de matadores, novilleros, picadores, subalternos, apoderados, empresarios taurinos, gente del toro, dinastías toreras, etc. También ha sido objeto de diferentes obras el propio estudio de las plazas de toros: su historia, arquitectura, evolución, función social, festejos, etc. O podemos especializarnos en el estudio de la literatura, pintura, escultura o música taurinas, en la filosofía taurina, en la economía taurina, en la historia de la crítica y el periodismo taurino, el apoderamiento, el empresariado taurino, etc. Y más allá de todo ello, el conocimiento de otras formas de tauromaquia: el rejoneo, la corrida camarguesa, la corrida landesa, la gran variedad de festejos populares, capeas, recortes, bous al carrer, toros embolados, toros ensogados, tauromaquias populares de Hispanoamérica, etc. 

Aún centrándonos exclusivamente en la técnica y la estética del arte moderno de torear, podríamos dedicar una vida entera a profundizar en sus matices. Evidentemente, la corrida es un espectáculo totalmente regulado y reglamentado. Y en la lidia de un toro, todo debe tener un porqué, un sentido y un fundamento. La técnica taurina ha evolucionado durante siglos, llegando a constituir un corpus de conocimientos teórico-prácticos de una enorme complejidad y de una gran riqueza de matices (ver apartado 20). Un novillero necesita de varios años y de mucho entrenamiento y rodaje para poder adquirir el dominio de estos conocimientos y llevarlos a la práctica. Aún después de hacerse matador de toros, necesitará seguir avanzando en este sentido. Es más, según declaran los grandes maestros de la tauromaquia, el torero continúa perfeccionándose durante toda su vida y nunca termina de aprender. Siempre puede seguir profundizando en los entresijos de la técnica y estética del toreo. Exactamente igual que  ocurre con la música, con la pintura, o con el resto de las artes. 
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El arte taurino ha seducido, fascinado y emocionado a millones de personas en todo el mundo. Entre ellas, a intelectuales, artistas y personalidades de las ciencias y las letras. A individuos de todas las edades, condiciones y lugares. Existen aficionados y clubes taurinos repartidos por multitud de países de todo el planeta. Para Mario Vargas Llosa, “la tauromaquia es el arte que mejor ha representado ese misterio de la condición humana que es la relación entre vida y muerte”. Serían muchísimas las analogías y paralelismos que podrían establecerse entre la tauromaquia y las demás artes. Con todas ellas comparte conceptos, necesidades y planteamientos técnicos y estéticos. Pero ello tampoco es objeto de este blog. Existen obras que se dedican a analizar las relaciones entre la tauromaquia y la pintura, la tauromaquia y la música, la tauromaquia y la literatura, etc. Aunque, posiblemente, estos temas aún son susceptibles de nuevos enfoques.

Como ocurre con todas las artes, la tauromaquia posee una faceta técnica y otra estética. El conocimiento y dominio de la técnica es indispensable para poder llevar a cabo la lidia de una res brava de forma eficaz. Más allá de esto, existe una dimensión artística o expresiva, relacionada con conceptos como la interpretación, la personalidad, la armonía, la plasticidad, la economía cinética, la genialidad, la inspiración, la improvisación... Pero además, el espectáculo taurino posee otro elemento que lo convierte en un fenómeno todavía más complejo: la ética. La dimensión ética se relaciona con la sinceridad y honestidad en un enfrentamiento con el animal salvaje en el que el hombre expone su propia vida. Y ha de hacerlo con arreglo a lo cánones y normas establecidas en cada momento, sin tomar ventajas ni atajos que lo lleven a “aliviarse” o engañar. Por otra parte, junto a la técnica, la estética y la ética, la tauromaquia contiene elementos simbólicos, épicos, rituales, históricos, filosóficos, antropológicos… Todo ello hace de este espectáculo un fenómeno tan maravillosamente complejo y con tantas facetas y aristas que ni siquiera podría limitarse al concepto de arte. Intentaremos acercarnos un poco más a su esencia en el siguiente apartado.