La
obsesión de los movimientos animalistas por ganar adeptos a su causa no sólo ha
degenerado en la oleada de violencia, vandalismo y terrorismo anti-taurino comentada.
A lo largo de los últimos años, estos colectivos han tratado de distorsionar y
manipular la imagen de la tauromaquia, para intentar que se convirtiera en un
tema polémico y cuestionado socialmente. Posiblemente se hayan visto abocados a
ello debido a la inconsistencia, debilidad y falta de credibilidad del propio mensaje
animalista. Pero recurrir a la mentira, a la manipulación y a la deformación de
la realidad es una actitud tan miserable y reprobable como los actos de
violencia y vandalismo referidos en el apartado anterior.
El
caso es que los colectivos anti-taurinos han proyectado hacia la sociedad una
imagen absolutamente deformada y manipulada de la tauromaquia. Una imagen que
no tiene nada que ver con la concepción que de este espectáculo tienen los
millones de aficionados taurinos que existen en el mundo. El movimiento
animalista se ha servido para esta gran manipulación del apoyo de ciertos
medios de comunicación y de la gran plataforma que supone internet, y especialmente
las redes sociales. Sin olvidar la gran ayuda económica que los grupos anti-taurinos
reciben de asociaciones animalistas internacionales (ver apartado 15).
Principalmente,
estos colectivos han tratado de difundir la opinión de que “las corridas de
toros son un espectáculo bárbaro y cruel, en el que se maltrata y se tortura a
un animal”. Y que, por lo tanto, “todo aquel que apoye la tauromaquia es un degenerado,
un sádico y un violento”. Resulta muy fácil lanzar este tipo de falacias, manipulaciones
y disparates. Desmentirlas y refutarlas requiere de más tiempo y de más
capacidad de análisis y reflexión. Y requiere de una actitud mental abierta, actitud de la que carece un
movimiento animalista que se cierra en banda a conocer en profundidad aquello
que rechaza. Por otra parte, tiempo y capacidad de reflexión son cualidades que
escasean en una sociedad tan estresada, tan enrarecida y tan receptiva al
chiste fácil y a la etiqueta breve y ofensiva. Por este motivo, y porque a
simple vista el espectáculo taurino puede tener una apariencia cruenta, es por
lo que este tipo de mensajes han podido calar en una sociedad tan propensa a quedarse
en la apariencia. Cuando se polemiza desde la ignorancia, además de hacerse un
ridículo escandaloso, también se puede hacer mucho daño por acumulación de
falacias y por deformación de la imagen.
Imágenes de www.taringa.net y www.elmundocurioso.com |
Imágenes de www.losviajeros.com y www.dreamyourtrip.wordpress.com |
Sin
duda, la principal argucia del movimiento animalista ha sido el tratar de
identificar la tauromaquia con el “maltrato animal”. En el apartado 18 se
explicará con detenimiento por qué la tauromaquia no conlleva ni maltrato
animal, ni tortura, ni ninguno de esos disparates que se lanzan al viento en
estos tiempos. Allí nos remitimos. No adelantaremos esta cuestión, aunque el
asunto se relacione directamente con la manipulación de la imagen de la
tauromaquia. Por
cierto, los profesionales taurinos suelen ser grandes amantes de los animales.
Y defensores activos del medio ambiente, de la fauna y del equilibrio
ecológico. Por más que se mate a un animal, éste no es un espectáculo cruel, ni
bárbaro, ni de salvajes, ni de sádicos, ni de torturadores. Como no lo fue
Lorca, ni Picasso, ni Goya, ni Cervantes, ni Becquer, ni Neruda, ni Alberti, ni
Bergamín, ni ninguno de los cientos de intelectuales y artistas aficionados a
los toros (ver apartado 2). Aún así, el taurino suele ser una persona
respetuosa con el pensamiento animalista-antitaurino. Pero, evidentemente, debería
exigir en el contrario el mismo respeto.
Imagen de www.oocities.org |
Poniendo
un paralelismo muy grosero, pero adecuado. Yo podría tomarle una foto a Miss Universo
cuando está defecando, recién levantada, sin peinarse ni lavarse la cara. Y
podría realizar con ella una campaña mundial para demostrar su “horripilancia”.
No dejaría de ser una fotografía real. Pero también sería una imagen
manipulada, por su utilización malintencionada y sacada de contexto. Otro
paralelismo. Yo podría tomar un video de una gacela ensangrentada y con las
tripas fuera mientras es devorada por un león. Podría poner este video a cámara
lenta; añadirle de fondo una música triste, que inspire lástima; superponerle
un mensaje que mueva a la compasión; y realizar una campaña mundial para
eliminar a los leones de todos los ecosistemas. O para proteger a las gacelas
en espacios controlados, libres de depredadores. Podría hacerlo. Pero no deja
de ser un disparate, que además demostraría una gran ignorancia sobre el
funcionamiento de la naturaleza.
Imágenes tomadas de www.limitesalvaje.blogspot.com y www.dreamyourtrip.wordpress.com |
Pues
eso mismo es lo que están haciendo quienes comercian con imágenes taurinas
descontextualizadas para polemizar sobre la tauromaquia y dañar su imagen. Es
más, desde aquí podemos lanzar una hipótesis; una mera conjetura, pero bastante
probable. Sabiendo que la captación de herencias es una de las fuentes de
financiación del lobby anti-taurino internacional (ver apartado 15), no sería de
extrañar que las organizaciones animalistas utilizaran dichas imágenes como
reclamo para esas captaciones de herencias…
Imagen de www.torosenpuntas.blogspot.com |
Imagen de www.torosenpuntas.blogspot.com |
Últimamente
se ha extendido -con total impunidad por parte de las autoridades- la práctica
de llamar “asesinos” a los toreros y a los propios aficionados taurinos.
Independientemente de la dimensión delictiva que esto pueda conllevar -por
el daño a la imagen y por la violación del derecho al honor de las personas-,
es evidente que el hecho de llamar “asesino” a una persona que mata animales supone
una clara deformación del lenguaje. Vamos a ver: el diccionario de la Real
Academia Española de la lengua define el término “asesinar” como matar a alguien con alevosía,
ensañamiento o por una recompensa. Por otra parte, define el pronombre “alguien”
de esta forma: “Designa una o varias
personas cuya identidad no se conoce o no se desvela”. Evidentemente, este
concepto queda restringido a la acción de dar muerte a seres humanos, pero no a
animales.
Por
cierto, si ampliáramos el concepto de “asesino” para designar a quien mata
animales, todos seríamos asesinos. Desde el matarife, el carnicero o el
granjero hasta el musulmán que degüella un cordero, pasando por todos los que
utilizamos insecticida para eliminar los insectos y cucarachas, el niño que se
divierte matando hormigas y moscas, los que exterminamos a las arañas y ratones
de nuestra cocina, o los que –abusando del ejemplo- matamos a un mosquito de un
palmetazo cuando nos pica en la pantorrilla. Y por supuesto, sin olvidar a los
agricultores que matan las larvas e insectos de las lechugas que se comen los
veganos.
Identificar
la tauromaquia con el maltrato animal, con la crueldad o con la barbarie es una
falacia abominable y mezquina. Incluso, no han faltado políticos lumbreras que
han comparado el espectáculo taurino con la violencia de género, con el
holocausto, con la drogadicción, con el racismo, con la prostitución… Una
repugnante falta de respeto hacia los millones de aficionados taurinos
existentes en el mundo. Sin embargo, frente a todas estas acusaciones tan
graves, el sector taurino ha demostrado a lo largo de todos estos años un
pacifismo, respeto y educación verdaderamente ejemplares. Demasiado ejemplares.
Ahora
bien, recurriendo a comparaciones similares -aunque sin ánimo de hacer
demagogia- habría que preguntarse a qué podríamos equiparar la actitud de
intransigencia y xenofobia cultural que muestran quienes no respetan ni el
espectáculo taurino ni a las personas que lo disfrutan... O con qué podríamos
comparar las acciones de violencia, vandalismo y terrorismo anti-taurino
reseñadas en el apartado anterior… O a
qué se asemeja la obsesión totalitarista por la prohibición de la tauromaquia...
No seré yo quien establezca comparaciones tan evidentes. Cada cual que saque
sus propias conclusiones a la luz de los hechos. Pero todo esto no acaba aquí.
La montaña de falsedades y manipulaciones es tan grande que requiere de varios
apartados...